lunes, 5 de enero de 2009

El esperanto como ideal

Siguiendo con el tema del esperanto que ya planteé hace un tiempo (entrada que recomiendo leer antes de ésta), a mis manos llegó hace un tiempo un libro titulado El esperanto de Pierre Janton (oikos-tau, 1976, Barcelona), un libro que además de contener una pequeña gramática esperantista da a conocer muchas otras lenguas artificiales de diversos tipos y de diversas épocas (porque esto de crear una lengua universal no es de hoy ni de ayer) y comenta los orígenes del idioma, los ideales de Zamenhof a la hora de crearlo y la forma de pensar de éste. En el presente artículo voy a comentar aspectos de este libro y algunos otros de mi propia cosecha, conclusiones derivadas de leer opiniones de otros autores en diferentes sitios de la red (este es el único libro sobre esperanto que he leído)

Lázaro Zamenhof nació en una ciudad de la actual Polonia en un momento donde la división cultural era total. Convivían diferentes culturas y cada grupo tenía su propia lengua, llegando a ser más de cuatro. Él se crió en este entorno y desde pequeño su ideal fue crear una lengua para que todos pudieran comunicarse entre sí. Pero su idea no era que su idioma se impusiese y que todo el mundo lo aprendiese, ni muchísimo menos. Su deseo era crear una lengua sencilla de aprender y bien sonante al oído que conviviera con las demás y que se usara únicamente para la comunicación con gente que hablara otro idioma.

Zamenhof era todo un idealista. Con este idioma pretendía eliminar la barrera idiomática, de tal modo que todo el mundo pudiera comunicarse de manera igual. De hecho, y él mismo lo dijo, él sólo puso las bases: eran los hablantes los responsables de que el idioma evolucionase, porque un idioma es un ser vivo. Antes de hacerlo público, el doctor Esperanto (que así se hizo llamar) hizo varias versiones, digamos preliminares para que nos entendamos todos, hasta que por fin lo dio a conocer. En el tiempo que vivió, revisó varias veces el idioma con las sugerencias que le enviaban (en ese momento por correo tradicional, claro), e hizo varias conferencias en diferentes países donde expuso sus ideales. Elaboró una religión que no se continuó basado casi en los mismos ideales de igualdad.

El idioma resultante fue el esperanto, y desde el principio el ideal de su creador fue respetado, teniendo una idea interna intocable que más o menos dice que no debe imponérsele a nadie. El esperanto es sólo un idioma, no se ata a ningún ideal ni a ningún país: es un instrumento para la comunicación.

Como ya he dicho y si curioseásteis un poco a raíz del otro artículo, habréis leído más de una o dos veces que el esperanto es fácil de aprender. Esto es cierto en cierta medida y hay que especificarlo: es fácil en comparación con otros idiomas, lo que no quiere decir que en dos horas ya podamos ir hablando esperanto. Aunque para alcanzar un conocimiento básico sí bastan pocas horas y un poco de esfuerzo, el dominarlo completamente requiere su tiempo, siendo el principal factor de ello el vocabulario (como ocurre en todos los idiomas, se aprende más o menos rápido la gramática y luego a aprender palabras). Esto viene a colación por algunos comentarios que he leído sobre asiáticos o gente con otro alfabeto que tiene dificultades a la hora de aprenderlo, pero que de todos modos lo hacen ya que es menos complejo de aprender que muchos otros.

A pesar de esto, el esperanto también es simple en ese sentido, porque se basa en la concepción de la realidad en nuestra mente, por eso hace uso de los afijos. Si algo está caliente, lo contrario es no-caliente, y esa es justamente la forma de construir palabras en esperanto, aunque hoy en día están surgiendo neologismos que quizá dificulten un poco el aprendizaje de la lengua, con un vocabulario básico y conociendo los afijos y teniendo claro su uso podemos comunicarnos perfectamente. A su vez esos neologismos están sirviendo para crear más rápidamente esa cultura esperantista que tanto echan en falta muchos porque «un idioma se ata a una cultura» (aunque esta ha existido casi desde los comienzos: hay muchas canciones en esperanto y novelas escritas y traducidas al idioma).

Según mi experiencia personal a la hora de aprender esperanto (aún inacabada), debo ratificar que sí: es muy sencillo de aprenderse su gramática (que tan sólo consta de dieciséis puntos inamovibles) y algunas palabras básicas que por similitud con otras nos sonarán. También es verdad que aunque hay algunas palabras de origen asiático, el esperanto es una lengua netamente latina ya que la mayoría de palabras derivan de lenguas romance. Pero aún así creo que merece la pena aprenderla antes que otro idioma por su simplicidad, y además, si después nos ponemos a aprender otro idioma, habrá muchas palabras que nos suenen (de hecho he leído sobre enseñar esperanto a un niño para que así ya tenga relación con otros idiomas, pero ahí no voy a entrar).

Con respecto al tema «por qué usarlo», primero por la ya expuesta facilidad, segundo porque podremos hablar con gente de muchos lugares (que sí, de acuerdo, que aún son pocos, pero ese «pocos» lo es en relación con otros idiomas, porque son bastantes), y finalmente está un debate en el caeremos varias veces en esta serie de artículos: ¿Y por qué no? Si nos interesa el tema, queremos cultivarnos intelectualmente, queremos hablar con más gente que lo conoce, ¿por qué no aprenderlo? Como siempre, no se nos impone nada: somos libres de aprenderlo o no, y si lo hacemos, tendremos la libertad de hablar con quienes lo dominan y muchas otras ventajas, o sea que, ¿por qué no hacerlo?

Enlaces de interés:
Foros de Lernu en español. Se tratan temas muy diversos siempre relacionados con el esperanto.

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