sábado, 31 de diciembre de 2011

2012 es un número más estético

Y espero que lo que suceda en él también sea mejor. 2011 ha sido un año bastante pausado, sin grandes acontecimientos reseñables. Eso sí, me ha servido para aprender y para darme cuenta de muchas cosas, que siempre es importante. Esa quietud se ha notado incluso en el blog, ya que este ha sido el año con menos entradas de todos (2006 tiene 71, pero el blog empezó a la mitad así que no cuenta).

Pero ya se acaba, y ahí queda. No es ni mejor ni peor, es simplemente otro año más, con sus cosas buenas y sus cosas malas. Como siempre en estas fechas espero que el que entra sea mejor, más activo. Pero no tengo objetivos concretos, como en años anteriores: simplemente seguir como estoy y mejorar en lo que pueda. Leer más, escribir más, ver más anime, cine, escuchar más música. Me gustaría hacer algún curso de dibujo y aprender a tocar algún instrumento, pero no es algo que quiera hacer de forma urgente.

Espero que esta noche os lo paséis muy bien, que 2012 entre de muy buena manera, y que 2011 haya sido un año provechoso para todos vosotros, mis lectores.

¡Feliz año nuevo a todos!

Lista de lecturas de 2011

El año pasado le dije a Jorge (recomiendo encarecidamente que visitéis su blog si os gusta la literatura) que haría una lista de lecturas, y aprovechando que me uní a Goodreads a principios de año, he podido hacerla sin mayores dificultades. Y aquí está.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Compartir en Identi.ca desde Google Reader

Google Reader es una herramienta fantástica para leer RSS, a pesar de todo el revuelo que se armó por eliminar las características de Elementos compartidos y la integración con Buzz.  Yo lo sigo prefiriendo a programas de escritorio (aunque los he usado) por una razón obvia: se puede consultar en cualquier PC (y un navegador es menos pesado que un lector RSS de escritorio).

Pero no es mi intención hablar ahora de las virtudes de este servicio, sino enseñaros cómo se puede compartir artículos directamente en Identi.ca, sin intermediarios.

martes, 27 de diciembre de 2011

Opciones para «leer sin distracciones» en la web

Entiéndase «leer sin distracciones» como 'eliminar todo el diseño dejando visible únicamente el texto con un fondo agradable a la vista'. Son muchos los motivos para usar una herramienta como estas: que la tipografía del sitio es demasiado pequeña, que tiene muchos elementos que te distraen, o simplemente que quieres leer más cómodamente el texto.

Muchos incautos piensan que esto lo estrenó Safari en una de sus versiones más recientes, una afirmación absolutamente errónea. Ya había opciones antes de ese lanzamiento, y muchas han surgido después. En esta entrada os dejo las que yo conozco para que podáis elegir la que más os guste.

sábado, 24 de diciembre de 2011

¿Pero por qué? (¡Feliz navidad!)

¿Poro por qué tengo que darles mis juguetes a los niños pobres? ¿Por qué tengo que estar feliz sí o sí? ¿Por qué tengo que regalarle algo al primo que detesto? Todo el día comiendo y luego de cabeza al gimnasio... Pero por mucho que me queje esto se va a seguir celebrando así que... ...Feliz navidad...

Hojaldrinas y polvorones

Para bien o para mal, últimamente tengo muy abandonada la categoría Vida cotidiana en el blog (o todo el blog en general...), así que toca hacer un repaso. Preparaos para una entrada bien larga, que me ha pillado con ganas de escribir, ya que también me servirá como una breve revisión de todo el año.

jueves, 22 de diciembre de 2011

«La cabina», la desgracia del hombre común

Un día me puse a buscar películas de las que sólo conocía el nombre. Se lo comenté a Henmex y me recomendó esta, La cabina, y la añadí a mi lista de futuros visionados. En ningún momento me hubiera imaginado algo así.

Cuando empecé a verla me encontré con una producción para televisión de 1972, de unos escasos treinta y cinco minutos, dirigida por Antonio Mercero, escrita por él mismo y José Luis Garci y protagonizada por un genial José Luis López Vázquez. Un elenco de artistas españoles nada cuestionable.

El planteamiento de la película no podría ser más simple. En una ciudad (que es Madrid pero podría ser cualquier otra de Espña) instalan una cabina telefónica. Por pura curiosidad un hombre entra en ella, se le cierra la puerta y queda atrapado. Todo intento por sacarlo será en vano.

Para un espectador poco avispado puede ser una película realmente tonta. Treinta y cinco minutos viendo a un hombre encerrado en una cabina. Esta sensación se ve acentuada por el hecho de que apenas hay diálogo.  Pero por los gestos del protagonista (todo un mimo, que transmite muchísimo en sus gestos) y por los hechos que ocurren a su alrededor, podemos ver una metáfora de la vida misma.

Todos tenemos nuestra cabina. Llámese internet, llámese sociedad, llámese como se quiera. Y no podemos hacer nada por escapar, fue concebido así. Se ha interpretado incluso como una crítica al franquismo. Su director ha repetido que sólo quería hacer una película de terror y ciencia ficción, cada quien que la interprete como guste.

Os invito a que gastéis un rato de vuestra ajetreada cabina y veáis esta película. Es más corta que un capítulo de cualquier serie americana, no hay excusa. La podéis encontrar íntegra en la web de RTVE.es (a partir del minuto 9:23, lo anterior cuenta demasiado si no se ha visto antes). Y si os quedáis a cuadros, después podéis leer su artículo en Wikipedia o ver el programa dedicado en La mitad invisible.

lunes, 19 de diciembre de 2011

¿Dónde está la diferencia?

Algo que gusta mucho en cualquier ámbito de la vida, y la cultura no iba a ser menos, es ponerle nombre y etiqueta a todo. Cada película, cada libro, cualquier representación artística tiene que estar bien clasificada para que las mentes cuadriculadas queden contentas.

¿Qué diferencia hay entre «relato», «novela corta» y «novela»? ¿Qué diferencia hay entre «corto» y «película»? La respuesta más obvia es que la extensión, pero, ¿cuánto debe durar, cuántas páginas debe tener, una película o un libro, para dejar de considerarse corto, relato, para ser película, novela?

Encontramos que se considera «película» a Ben Hur, de tres horas y media, y a Un perro andaluz, de veinte minutos, o La cabina, de treinta y cinco, cuando hay cortos que duran prácticamente lo mismo. Algo parecido ocurre con los libros: los hay de cien páginas, de ciento cincuenta, considerados novelas al igual que La Regenta.

Otro ejemplo de esto son los géneros. Todo se quiere enmarcar dentro de un género, de otro modo parece que queda en un cajón de sastre al que nadie mira. Y así tenemos casos como La Celestina, que podemos encontrar en las colecciones como «novela» cuando realmente no se sabe con certeza qué es, siendo lo más parecido el teatro humanista.

No se puede negar la utilidad de adscribirlo todo a un grupo, según duración, según temática, según características o cualquier otro factor: sirve para hacernos una idea de qué nos vamos a encontrar y nos ayuda a estructurar nuestras ideas, es algo muy didáctico.

Sin embargo, hay una gran cantidad de ejemplos en los que es imposible extraer unas características para decir con certeza que pertenece a un grupo y no a otro. Incluso en grandes, como «poesía» y «prosa», hay veces en que la frontera es muy difusa.

Al final lo mejor es asomarse a la obra, apoyándonos en estos supuestos grupos para tener una ligera idea de qué nos vamos a encontrar, pero sin más prejuicios. Es mejor dejarse guiar por la recomendación o comentario, de un conocido o un sitio de la red, que únicamente por estos grupos. O, al menos, así es más interesante.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Pasión Vega, la voz de seda

miércoles, 14 de diciembre de 2011

«La canción del pirata», Fernando Quiñones

Para ser más precisos, la obra se llama La canción del pirata. Vida y embarques del bribón Cantueso. Fernando Quiñones es uno de tantos buenos novelistas que nos ha dado el prolifero siglo XX, y esta, una de sus obras más conocidas, dentro del desconocimiento general acerca de este autor.

Gaditano enamorado del flamenco, escribió muchos trabajos acerca de este arte, además de una extensa producción periodística y literaria (relatos, novelas, poesía y teatro). Es un autor muy interesante al que merece la pena asomarse. Este ha sido mi primer contacto con él.

Como bien anuncia el título, La canción del pirata trata sobre la vida de Juan Cantueso, un bribón de origen gaditano que se puede adscribir perfectamente a la figura del pícaro, dado que esta obra es prácticamente una novela picaresca en todos sus elementos, a pesar de la época en que se escribió.

Digo que es una novela picaresca, género propio del Siglo de Oro, porque se hace una recreación no sólo de las costumbres y sociedad del siglo XVII, aludiendo a hechos históricos concretos para enmarcar la obra, sino también por la recreación, diría que perfecta o muy cercana, del lenguaje de la época.

Precisamente este lenguaje y la longitud de los episodios (más de treinta páginas en la edición que he manejado) hacen que La canción del pirata requiera gran concentración cuando se lee. Pero esa concentración queda recompensada, no sólo por la historia en sí, sino también por la manera de contarla.

Mi recomendación es que leáis esta gran novela, sobre todo si tenéis experiencia leyendo castellano antiguo. Si os atrae como para hacerlo, no leáis ninguna sinopsis por la red ya que todas las que hay cuentan un resumen de la historia al completo, y lo mejor es llegar virgen a sus páginas.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Pensamientos dispersos sobre educación

Cada día estoy más desencantado de la educación que he recibido y que se está impartiendo día a día en las aulas. Si me pongo a recordar mi secundaria y mi bachiller, encuentro pocas asignaturas que ahora puedo calificar como interesantes o útiles.

Es algo muy triste, porque llegar a la universidad es algo que cuesta mucho esfuerzo (sobre todo en ese infierno de nombre «segundo de bachillerato»), y lo que se encuentra es un nivel cada vez más bajo y un precio cada vez más alto.

No sé qué quieren conseguir. El planteamiento es que con la educación secundaria y el bachiller tengamos a jóvenes que sepan un poco de cada tema, o al menos que sepan leer y escribir bien. Y llegan a primero de filología hispánica sin saber construir una frase. ¿Qué se está haciendo?

Pero la verdad es que no sé para qué me pregunto nada. Estamos en un sistema basado en aprenderse datos y escupirlos en un examen: pocos son los profesores que inciten al alumno a interpretar y manejar esos datos. Pocos son los profesores que realmente sirven para algo.

Todos tenemos a un profesor especial, que nos ayudó en un momento determinado a amar lo que hacemos, que nos sacó de un aprieto en lo personal con sus palabras, que disfruta con lo que hace, que disfruta enseñando. Muy pocos profesores así nos cruzamos a lo largo de nuestra vida.

¿No debería ser al revés? ¿No deberíamos contar con los dedos de una mano a los profesores nefastos, que no saben enseñar, y que fueran mayoría los profesores especiales, que sirven de ayuda al alumno?

No pienso que todos los profesores deban tener una vocación educativa. Pero al menos que sean algo más que un monigote que se sienta en una mesa y que sólo sirve para rellenar horas en las mentes de unos jóvenes con ganas de aprender. Pienso que el alumno no tiene ganas de aprender precisamente por esta educación, y los pocos que hay con ganas hay que cuidarlos.

Por eso mi objetivo es intentar mejorar esta situación, aunque sea un 0,000∞1%. No sé si seré capaz, no sé si tendré esa vocación educativa, pero al menos procuraré hacer mi mejor esfuerzo y que alguno de mis futuros alumnos me recuerde como uno de eso escasos buenos profesores.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Un rato con Antílopez

Una lista de reproducción con quince canciones de Antílopez. Disfrutad:

viernes, 2 de diciembre de 2011

La belleza de una página

Es un ejercicio muy enriquecedor, mirar las páginas. Incluso da vértigo pensar todo lo que podemos hacer con una página en blanco. Podemos crear un bello paisaje, retrato, o simplemente garabatearla. Podemos escribir las primeras líneas de la historia de nuestras vidas, un resumen para un examen o la lista de la compra. Podemos hacer un avión para divertirnos con ella del modo más simple.

Hay científicos que adivinan cómo es una persona a partir de una página escrita. Otros científicos opinan que los primeros no lo son y la página no serviría para nada. Algunas personas dejan su alma en una página, otras no ven más que letras o líneas agrupadas. Con las páginas nos maravillamos, aprendemos, nos informamos, nos entretenemos, nos emocionamos, conocemos mundos distintos, gente distinta. Nos conocemos a nosotros mismos, nos prestan el camino para ser mejores.

Me encanta ver una página en blanco y decidir qué haré con ella. Tomar un bolígrafo y escribir en ella. Aunque sea una página falsa como la que aparece en una pantalla. Dos centímetros y medio en los márgenes superior e inferior, tres en los laterales. Interlineado de uno con cinco, Linux Libertine de doce puntos, separación silábica. Con estos sencillos pasos, escriba lo que escriba, queda una página muy estética.