sábado, 25 de febrero de 2012

Canción: «Qué dificil es hablar el español­», Juan Andrés y NicolásOspina

Esta canción, de Juan Andrés y Nicolás Ospina, se está difundiendo rápidamente por la red. Y no es para menos. Yo la he conocido gracias a Un arácnido una camiseta (blog que debéis visitar si os gustan los juegos con el español) y no puedo hacer otra cosa que compartirla. Es impresionante lo que puede llegar a hacerse con la polisemia, las diferentes formas de hablar nuestro idioma, dos guitarras y mucho arte.

lunes, 13 de febrero de 2012

Las malas costumbres del aficionado al carnaval

Como ya hice el año pasado, en este concurso estoy comentando las sesiones desde la cuenta de Twitter de mi otro blog, Al compás gaditano. Dado que es la cuenta del blog sigo a todo aquél que me siga y para ver los comentarios de la gente sobre la agrupación que está cantando, en lugar de mirar la línea de tiempo principal (que es una locura) sigo la etiqueta COAC2012, que también es una locura a veces pero en menor medida.

Haciendo esto y con la experiencia que ya tengo leyendo y escuchando comentarios de la gente que opina de carnaval, hay una serie de malas costumbres que se llevan viendo durante años y que me parecen muy feas. Hago aquí un repasito, esperando que nadie se me enfade y sabiendo que las generalizaciones son odiosas: no todo el mundo es así. Quien me lea debe tener en cuenta siempre que es la opinión de un aficionado más, ni mejor ni peor. Voy a hablar de todos en una única entrada para no aburrir a mis lectores habituales de otros lugares con un tema tan local.

domingo, 12 de febrero de 2012

Vídeo musical: «Angel» de Big Mama Soul

En La duermevela del visionario de vez en cuando comparten canciones, y hace tiempo hicieron lo propio con esta que hoy os traigo. Cada vez que la escucho me sigue pareciendo igual de hermosa.

viernes, 10 de febrero de 2012

María, el teatro no es tuyo

María la de la yerbabuena es una figura clásica en el Carnaval de Cádiz, historia viva lo llaman algunos. Se hizo conocida por su grito típico «¡Ole, ole y ole, y el que no diga ole que se le seque la yerbabuena!», a lo que todo el teatro respondía y responde con tres ole. Da ánimo a las agrupaciones y ambienta el teatro, pero en los últimos años, especialmente este (o al menos es cuando yo más lo estoy notando) está insoportable.

Ella tiene que gritar a las agrupaciones y no le importa cuándo. Se puede escuchar un «¡Qué bonito chiquillo!» en mitad de cualquier pasodoble, su grito en mitad de dos cuplés y, en definitiva, después de cada una de las coplas de cualquier agrupación (sobre todo si le gusta o conoce a quien está cantando) puede escucharse la voz de María, que tiene una voz que más de uno de los que cantan quisieran para ellos.

Esto tiene muchísimas implicaciones hoy en día, donde cada segundo cuenta para una agrupación, que tiene el tiempo muy limitado. Ya no es como antiguamente, que una agrupación se subía al escenario y hasta cuando durase: puede penalizarse a un grupo por pasarse de tiempo (el asunto de cómo el jurado mide el tiempo es otro). A los cuartetos, que ya tienen una parodia larga, tienen que cantar unos cuplés y un tema libre, los interrumpe, como si estuviéramos diez años atrás y los cuartetos se podían permitir interactuar con ella, improvisando. Esos tiempos, por suerte o por desgracia, pasaron.

Esta mujer es el claro ejemplo de uno de los grandes problemas del Concurso: «los colaos». Supongo que no saldrá de ella, no sé quién es el responsable, pero esta señora tiene para ella y para su familia un palco entero, palco con unas localidades que no pueden aprovechar otros aficionados que se han puesto en cola para comprar una entrada o que se han levantado para conseguirla por internet. Si quiere entrar en el teatro que se ponga en cola como todo el mundo, si no ella uno de los miembros de su familia, que nos consta que los tiene.

Si se limitara a dar su grito o a animar al final de la actuación o al final de una de las coplas (no de todas) me parecería perfecto. Pero que tenga que escuchar su voz en cualquier momento, a mitad de una copla, al final, donde sea, se me hace terriblemente cansino. Esto sin contar que es la primera que, si una agrupación no le gusta y hay que montar un numerito, lo monta.

viernes, 3 de febrero de 2012

«Detective Conan», entretenimiento de calidad

Sinichi Kudo es un afamado detective adolescente al que no se le escapa un detalle, capaz de resolver cualquier caso. Pero un día, cuando está con Ran Mouri en un parque de atracciones, se separa de su amiga de la infancia para investigar a unos hombres muy sospechosos. Cuando les está escuchando, los hombres de negro le descubren y le hacen beber una droga que, en lugar de matarle como era su propósito, le encojen el cuerpo y tiene la apariencia de un niño. Desde entonces se hace llamar Conan Edogawa, vive en casa de Ran y su padre, Cogoro (un detective privado de pocas luces) y tendrá que resolver numerosos casos.

Esta es la base de Detective Conan, una serie de entretenimiento («shonem») que lleva emitiéndose desde 1998 (raro sería quien no lo conozca a estas alturas). Hace poco he tenido la oportunidad de verla desde el principio y debo decir que es entretenimiento de calidad.

La serie tiene su argumento: Conan quiere encontrar a los hombres de negro para recuperar su apariencia normal. Pero al tratarse de una serie de detectives este argumento se trata una vez cada muchos capítulos: el desarrollo normal de la serie es una sucesión de casos que se resuelven en el mismo capítulo o en el siguiente. También cuenta con muchos especiales largos y películas.

Por supuesto la serie tiene su parte inverosímil: ¿cómo dejan a un niño estar rondando por todos los casos con la única consecuencia de un capón de tanto en tanto? Pero teniendo en cuenta esto y los inventos con los que cuenta el chaval, ver cómo se resuelven los casos es algo que resulta muy entretenido e interesante.

Es una serie idónea para desconectar en momentos en los que estemos muy saturados o simplemente queramos echar un buen rato. Los personajes resultan muy carismáticos (aunque debido a la naturaleza de la serie los conoces perfectamente desde el primer minuto) y siempre se espera qué pasará en el siguiente capítulo. Me llama mucho la atención, como ya señalé en otra entrada, que los personajes, aunque son asesinos y es algo sin excusas, no son malvados por naturaleza, no matan por el placer de hacerlo.

Para acabar quiero destacar un aspecto más: el dibujo. Es de las pocas series que he visto donde la apariencia de los niños no se confunde con la de los adolescentes o los mayores, y para completar esto cada personaje es diferente del anterior. Las mujeres, que poco más o menos son siempre iguales, en esta serie no he visto dos iguales. También me suelen gustar mucho los openings.

En definitiva, una serie muy recomendable para echar el rato. Además podemos estar mucho tiempo con ella porque ya hay más de 600 episodios en Japón, pero dada la naturaleza de la serie no es algo de extrañar. Os la recomiendo.