miércoles, 23 de mayo de 2012
Relato: El ahogado
viernes, 29 de julio de 2011
viernes, 31 de diciembre de 2010
Brindemos (llámese ¡Feliz 2011!)
Brindemos por la familia, porque en el fondo y a pesar de todo sabes que estarán ahí cuando más los necesites.
Brindemos por la libertad, esa palabra tan abstracta que tanto nos costó alcanzar y que no valoramos lo que se merece.
Brindemos por la cultura, esa fuente infinita de conocimiento, entretenimiento y belleza creada por el hombre y para el hombre.
Brindemos por internet, canal de cultura y de información, fuente de amistades, que me permite escribir estas líneas y a vosotros leerlas.
Brindemos por este 2010 que se va y por que todo por lo que hemos brindado sigan estando ahí en 2011.
¡Feliz Nochevieja y feliz comienzo de 2011 a todos!
sábado, 16 de octubre de 2010
Noche de insomnio
viernes, 18 de junio de 2010
El último vistazo
Un niño de apenas doce años caminaba entre columnas melancólico, recordando los seis años que había pasado entre esas vallas oxidadas, en esa pista que servía para cualquier deporte, en aquellas aulas donde había pasado tantos buenos y malos ratos, ambos por igual. Una nueva etapa de su vida comenzaba, en una edad que él no consideraba adecuada, pero había que dar el gran paso: ir al instituto, cambiar de paredes, de mesas, de compañeros, de todo.
Seis años después volvió a repetir esa frase, curiosamente a la misma persona que la oyó la primera vez. Se habían reencontrado después de varios años de saludos por los pasillos. Esta vez el paso era aún mayor. Después de un curso lleno de nuevas experiencias, algunas dignas de recordar y otras deseosas de ser olvidadas, iba a ir a la universidad. Mucho anhelaba este nuevo salto, esta nueva etapa. Aunque le habían hecho replantearse qué camino tomar, finalmente seguiría el que él siempre había querido.
Tres años después, el chico, que sigue siendo un niño pero con más barba, se sorprende a sí mismo recordando su paso del colegio al instituto y luego del instituto a la universidad; se sorprende en el último día del tercer curso de su carrera, el camino que finalmente había elegido. No se arrepiente del camino ya andado, y aunque aún tiene la incertidumbre de si tendrá o no que hacer su primer examen en septiembre, está feliz: ha acabado un curso más, el más temible por todos y el más pesado para él. Ahora está más cerca de dar otro salto, aún mayor que los dos anteriores, y aún más temido y ansiado por partes iguales. De lo que está seguro es de que, tenga que estudiar o no, este verano será diferente.
lunes, 22 de marzo de 2010
El hombre que desperdició su vida
Un día, hizo algo que a su madre le gustó mucho. Ya no recuerda qué fue, y ya no es importante. A su madre le gustó mucho, e hizo que todos lo vieran. El chico se sintió orgulloso, y eso que tanto gustaba lo hacía y lo hacía para que todos lo vieran.
Pero llegó un momento en que ya nadie le miraba. Y quedó triste. Entonces descubrió su afán por que todos le mirasen. Le gustaba que todos estuvieran pendientes de él, de lo que hacía.
El chico crecía. En el instituto hacía muchas gamberradas, travesuras cada vez peores, para que la gente hablara de él. Cuando tuvo la edad suficiente, enamoraba a las chicas más guapas, se pelaba con los chicos más rudos. Todo para que hablaran de él.
Sus acciones y la gente que lo rodeaba (que aunque era mucha, nunca consideró a nadie como un amigo) hicieron que se viera vendiendo su vida, planeando historias folletinescas con complejas tramas para engañar a la gente, a veces sólo, a veces con gente como él.
Ahora la gente hablaba de él más que nunca. Todo su país sabía que existía, y esto le encantaba. Vivía a cuerpo de rey yendo de televisión en televisión, concediendo entrevistas, saliendo en portadas de revistas con una falsa familia que había montado, enseñando partes de su cuerpo. Todo daba igual: él sólo quería que hablaran de él, que la gente lo conociera, que supieran que él existe.
Un día, cuando ya se estaban despejando los rumores sobre su vida y cuando estaba planeando algún complicado plan para que la gente volviera a mirarle, se vio en la obligación de ir en tren, como la gente corriente. Cuando el fuelle de un gran plan se agota, tiene que inventar otro para que no sucediera esto, tener que rebajarse así. Pero a veces pasaba. El dinero se gasta tan rápido como se gana. Y tuvo que ir a la estación a coger un tren para trasladarse a otro lugar de la ciudad, uno de esos lugares insulsos que solía visitar y que tanto le gustaban, porque la gente le hacía caso.
Esperando en la estación, observó cómo alguien leía apasionadamente un libro, con sus lentes al borde de la nariz. Seguramente no era un libro que contara su vida, ni una trama parecida a las que él confeccionaba. Iba vestido muy elegante, como él, pero sin las extravagancias que tanto le gustaban.
Aquél extraño dejó de leer. El tren se aproximaba. Cuando el extraño se quitó sus lentes, le miró. Muy pocas veces había cruzado la mirada con nadie de aquella forma, no con alguien que tuviera aquella mirada. Vio un odio tremendo en sus ojos, o más que odio, vergüenza. Vergüenza ajena mezclada con compasión y desprecio.
Estuvo a punto de preguntarle a esa persona por qué le miraba así, que si le conocía. Pero estaba seguro de que le conocía. No había nadie en el país que no le conociera. Todo el mundo tiene un familiar o un amigo que hablara de él.
En esa mirada vio reflejadas toda una serie de palabras que algunas personas le habían dicho. Personas que decían ser sus amigos y que él había despreciado. Deja esta vida antes de que te consuma. Déjala, ahora que puedes. Mucho tiempo había pasado ya de esto, estas personas ya no estaban a su lado, y en aquél momento ya no hacía nada que la gente no conociera tarde o temprano. Incluso puede que alguien viera y luego describiera al milímetro su cara de aturdimiento tras contemplar aquella fugaz mirada.
El extraño subió al vagón, y cuando estuvo en su asiento, siguió leyendo, ignorando a aquella estrafalaria persona que se había quedado con cara de aturdido y que había dejado ir el tren que esperaba.
¿Esto valgo para las personas realmente? ¿Una fugaz mirada y luego la indiferencia? Pero ya era demasiado tarde. Cuando toda esa gente que había hablado de él y que ya no lo hacía se quedaba sin temas de conversación, sin alguien a quien despellejar, hablaban de él, aunque él ya no hiciera nada. Le perseguían. No podía salir de casa y estar solo, si a aquello se le puede llamar casa. Incluso estando allí se sentía observado.
Había desperdiciado su vida por hacer cualquier cosa que gustó a su madre.
sábado, 13 de marzo de 2010
Cuarenta minutos
Texto que escribí nada más llegar a casa tras un día de facultad. Quien lleve leyendo este blog algún tiempo y aquellos que me conocen lo entenderán. Aparte de contar algo, lo escribí con la intención de experimentar un poco.
jueves, 11 de marzo de 2010
Paloma
Un texto que escribí viendo una película. Sé que es muy típico, pero así me salió y así lo comparto.
miércoles, 10 de febrero de 2010
Pasos
—Los escuchas perfectamente. ¿Sabes qué son esos pasos?
—¿Quién habla? ¿Quién hay ahí? ¡Déjate ver!
—Tranquilo, no te alteres. no hace falta que me veas. Tú sólo cierra los ojos y concéntrate en lo que escuchas. Yo te lo explicaré todo. ¿Lo sientes? Los pasos cada vez se oyen más y más cerca...
—¿Qué son esos pasos?
—Esos pasos son tus decisiones, tus actos. Lo que corre hacia ti es el resultado de tu vida.
—¿De qué hablas? ¿Qué está pasando aquí? No puedo moverme, no puedo abrir los ojos. ¡Socorro! ¡Qué me está pasando!
—Te repito que te calmes. No sirve de nada que grites, pues nadie te puede oír ahora. Mientras el tiempo pasa, seguiré contándote. ¿Has escuchado alguna vez “ten cuidado con tus decisiones porque luego estas serán quienes hablen por ti”?
—Sí, más de una vez pero, ¿qué tiene que ver eso con todo lo que está pasando ahora?
—Es muy sencillo. Tus decisiones y tus actos han venido a mí y me han hablado por ti... Esa es una forma de decirlo.
—Me estás diciendo que has estado espiando lo que hago.
—No exactamente. Simplemente he cumplido con mi trabajo.
—¿Pero tú quién demonios eres?
—Demonio... No. No soy un demonio, pero por lo que he visto en tu vida seguro que los vas a ver. Verás, yo tengo muchos nombres, pero supongo que tú me reconocerás con el nombre de...
—¿¡De que!? ¡Dímelo! ¡Dios, ayúdame!
—Creo que ya es tarde para eso... A mí me conocen como Parca, y lo que oyes correr hacia ti es simplemente la hora de tu muerte.
—¡No! ¡Quiero vivir!
—Antes de que llegue me gustaría decirte que esa creencia de que desde que nacemos tenemos una hora prevista es totalmente errónea, ya que son esas decisiones que tú tomas quienes van marcando poco a poco la llegada de tu hora y, amigo mío, en tus manos estuvo el tomar drogas o no. No has cuidado tu cuerpo y ahora te enfrentas con sus consecuencias. Pero eso no es todo... Violaste y mataste a esa chica en aquél descampado. Pudiste no hacerlo, podrías haber tomado la decisión de no hacerlo, pero sin embargo lo hiciste. Me dolió mucho tener que llevármela.
—No, eso fue un accidente...
—A mí no me puedes engañar.
—Cierto, fue un error mío, no debí hacerlo pero... ¡ella me provocaba! ¡Se llevó toda la noche provocándome! ¡Tienes que creerme!
—Sh... escucha...
—¡Ya no se oyen los pasos!
—Exacto, ya no se oyen. ¿Sabes por qué?
—No, no, ¡por favor piedad!
—No se escuchan porque la hora de tu muerte ha llegado, pero antes de llevarte conmigo te voy a hacer un último regalo. Para que te juzguen sufrirás durante tu último segundo de vida todo el dolor que le hiciste pasar a ella.
—¡¡¡No...!!!
Y Pablo murió en su cama de una parada al corazón por sobredosis de cocaína. Y los médicos forenses y los policías que acudieron al levantamiento del cadáver se quedaron horrorizados al ver una mueca espantosa de dolor en la cara del joven de veinticinco años.
¿Y tú? ¿Escuchas esos pasos...?
miércoles, 27 de enero de 2010
Estupideza
jueves, 24 de diciembre de 2009
Como un día más
No ha visto ninguna película, no ha visto series, ni conoce ningún programa nuevo del que merezca la pena hablar. No sabe de qué hablar. No le ha pasado nada últimamente digno de reseñar. No sabe de qué hablar. Pero hoy, precisamente hoy, siente una gran necesidad de hablar, de escribir algo. Se levanta y enciende su estufa, pues es un día frío. Su madre está haciendo preparativos para salir en unas horas. No sabe de qué hablar. Tampoco ha escuchado música nueva, no tiene nada para recomendar...
Entonces, mira el calendario. Veinticuatro de diciembre. Un día especial, un día para estar con la familia y disfrutar de una buena cena y de una compañía cada vez menos frecuente. Un día de ilusión, porque viene Papá Noel, si es que cree en él. En definitiva, un día diferente. ¿Cómo puede este estudiante, hoy, hablar de un tema normal en su blog, siendo hoy un día tan especial?
Así que se sienta de nuevo delante de su ordenador y escribe una historia de cinco párrafos que habla de un estudiante, muy parecido a él, y para terminar la entrada elige unas palabras que mil veces se habrán pronunciado, y aunque típicas, las escribe con toda sinceridad y cariño para todo aquél que vaya a leerlas:
"Feliz Navidad. Que lo paséis muy bien esta noche, que os traiga muchos regalos Papá Noel si acaso viniera, y no bebáis mucho".
lunes, 9 de noviembre de 2009
Una mosca
viernes, 21 de agosto de 2009
Relatos en Gadius Empire
Relatos:
Microtextos:
- Las cuatro rosas
- Más en su blog
sábado, 16 de mayo de 2009
Las dos reinas
Pero un día, ambas reinas se enzarzaron en una gran discusión para ver cuál de las dos era la más sabia. Ambas reinas acudieron al consejero y le dijeron: “Consejero, dinos, ¿cual de las dos es la más lista de este reino?”. El consejero, indeciso, no supo responder, y la disputa siguió y siguió hasta que las dos acabaron enfadándose, y cada una se fue por un camino diferente. A los pocos días el reino se dividió en dos, los que estaban a favor de la reina morena y los que estaban a favor de la pelirroja.
Cuando pasó un tiempo, ambos reinos estaban en la miseria. El territorio de la reina morena era muy próspero económicamente, pero los niños que nacían no eran educados bien, a falta de una cultura que transmitir. El territorio de la reina pelirroja era muy próspero en la música y en la poesía, con grandes artistas entre sus gentes. Pero no sabían cómo manejar el dinero, por lo que eran muy pobres.
El consejero, que había ido viendo cómo cada reino se arruinaba, decidió hacer algo. Primero, se fue al territorio de la reina morena, fue a buscarla y le dijo: “Vengo de parte de la reina pelirroja. Admite que tú eres la más lista, y pide que por favor vuelvas con ella para que su país pueda prosperar”. La reina quedó satisfecha pensando que la otra se había arrepentido y que había admitido que ella era la mejor. Después, el consejero se fue al territorio de la reina pelirroja y le dijo: “Vengo de parte de la reina morena. Admite que tú eres la más lista, y pide que por favor vuelvas con ella para que su país pueda prosperar”. La reina quedó satisfecha pensando que la otra se había arrepentido y que había admitido que ella era la mejor.
De este modo, las dos reinas se reconciliaron y volvieron a formar su antiguo imperio, próspero tanto en dineros como en artes. Ninguna de las dos reinas supo jamás qué fue lo que hizo que realmente se reconciliaran, siempre pensaron que la otra decía que la una era peor que ella, y nunca volvieron a hablar sobre el asunto. El consejero jamás mencionó lo que hizo.
domingo, 26 de abril de 2009
He aprendido dos palabras
Cada persona es libre de decir y pensar. Cada persona, como persona, habría de tolerar el decir y el pensar de otros. Tolerancia con las diferencias, porque no existen. Libres de elegir cómo vestir, cómo actuar. Libres de usar la libertad.
Libertad para tolerar, tolerar la libertad.
lunes, 2 de marzo de 2009
Texto sin título #2
Y el segundo texto. Espero interpretaciones y opiniones, de nuevo.
domingo, 1 de marzo de 2009
Texto sin título #1
Espero opiniones e interpretaciones. Tengo otro más que publicaré mañana.
lunes, 17 de noviembre de 2008
Recuerdos
viernes, 7 de noviembre de 2008
El futuro ya no es lo que era
Un texto que nos hace pensar en algo en lo que quizá no nos hemos dado cuenta nunca. Al menos a mí me ha pasado así. Enhorabuena al autor.El futuro ya no es lo que era
Llevo más de un mes del nuevo año, y todavía no me he acostumbrado del todo a vivir en el año 2000. En parte, es un efecto de las expectativas creadas sobre ese año. Durante mucho tiempo, el año 2000 fue el futuro, incluso cuando se acercaba inexorablemente. Hace treinta años, hablar del 2000 era casi hablar de un remoto tiempo tan lejano e irreal como el país de Oz. En el año 2000 todo iba a ser diferente: habría coches voladores, la gente no trabajaría, todos seríamos más felices y más guapos, haríamos vacaciones en la Luna y quizá nos plantearíamos ir a Marte. O peor, en el año 2000 la civilización humana habría quedado destruida en un desastre nuclear, con el mundo futuro recorrido por mutantes y nuevas y alucinatorias especies.
¿Qué pasó con el futuro?
Pues es muy sencillo: al igual que el sueño americano, se hizo realidad.
Y resultó, como era previsible, ser completamente diferente.
Pues, evidentemente, no es el futuro predicho por incontables relatos de ciencia ficción, sino el futuro real, el múltiple, inconexo, variado y extraordinario mundo producto de incontables influencias. Un futuro que no tiene nada que envidiar a cualquier futuro de ciencia ficción, y que en muchos aspectos es claramente superior, especialmente, por toda su riqueza de detalles y matices.
Si no me creen, miren a su alrededor. O, mejor, revisen su propia experiencia personal. Hace unos años, en el lejano 1992, hablaba con un amigo sobre el modelo ideal para una revista electrónica. En aquel tiempo remoto, una revista así era un programa especial que se distribuía a aquellas personas que quisiesen leerlo. Tenía muchas de las mismas limitaciones de una revista en papel. Una vez editada, no podía cambiarse, era necesario distribuirla, y por supuesto, no era posible leerla en cualquier ordenador, sino en una máquina concreta que cumpliese los requisitos concretos del programa. Concluimos, con ojos soñadores, que lo ideal sería tener un servidor remoto, al que la gente pudiese conectarse cuando quisiese y disponer así de una revista continuamente actualizada, con todos los números anteriores disponibles y de forma gratuita. El mayor obstáculo que veíamos, era que la gente siempre ha sido reacia a conectarse por teléfono.
Qué ingenuos, ¿verdad?
photo credit: Karl Palutke
Hoy, por supuesto, usted está leyendo esto en la red. Este texto no tiene, y previsiblemente no tendrá nunca, versión en papel. Todo El archivo de Nessus no es más que una revista electrónica que se actualiza periódicamente (y si no lo hace diariamente es porque su administrador, yo, tiene demasiado trabajo en la realidad real) y si mañana decido alterar este texto, esa versión estará inmediatamente disponible y será la “oficial”. Sigue teniéndose la limitación de un ordenador, pero pronto se podrá acceder a Internet con gran número de dispositivos y en cualquier lugar. Y quizá en un futuro no tan lejano, el papel electrónico permite cumplir el sueño de tener una revista continuamente actualizada, con gran resolución y que uno pueda llevarse al baño. Y cuando hablo de revista incluyo, evidentemente, cualquier otro tipo de texto o información.
Otros ejemplos abundan. El teléfono móvil, la televisión por satélite, coches en Marte, viajes de exploración a los cometas…
Y este mundo puede sorprender incluso a los más sabidos. El biólogo Lee M. Silver, experto en genética y evolución, comenta en su libro Remaking Eden que casi con toda unanimidad el 22 de febrero de 1997 él y sus colegas hubiesen afirmado que clonar un mamífero a partir de la célula de un ejemplar adulto era algo imposible. El 23 de febrero, en una fecha que vivirá para la historia, se anunció la existencia de la oveja Dolly.
Entonces, ¿por qué no hay sensación de vivir en el futuro?
Creo, que simplemente lo que nos pasa es que somos las personas que leemos el periódico. Imagine cualquier novela de ciencia ficción con una extraordinaria descripción del mundo futuro. Pero no piense en el héroe o la heroína, en la persona que va a vivir las aventuras. Piense en las personas normales de 2001, una odisea del espacio. Póngase en el lugar de una de ellas: abre el periódico una mañana y lee, “Descubierta anomalía magnética en la Luna. Posible artefacto extraterrestre”. Gran noticia, cierto, pero, ¿a cuánto está hoy la gasolina? ¿Cómo afectará al tipo de interés de la hipoteca? ¿Qué trastada habrá hecho hoy el crío en el colegio?
Pues eso, nosotros somos esas personas. Como la vida no es una novela, somos un conjunto de personas que leen el periódico. Sí, cada día nos asaltan noticias importantes de grandes avances y descubrimiento asombros que deberían obligarnos a replantearnos nuestro lugar en el universo, pero se pierden en el mar de noticias y problemas más mundanos.
Es eso, y nada más, lo que nos impide apreciar nuestro mundo. Ni maravilloso ni terrible, ni utopía ni antiutopía, simplemente humano, extraño, complejo y sorprendente. Lleno de miserias y alegrías. Repleto de grandes descubrimientos y también acosado por futuro desastres. Un futuro que estaba más allá de la imaginación de cualquier escritor de ciencia ficción. Y quizá únicamente deberíamos aprender la lección del género y mirar a nuestro mundo como lo que es: el extraordinario mundo del futuro del año 2000.
Me quedo también con este vídeo de Muchachada Nui proporcionado por Keroak en los comentarios de la entrada donde se trata el tema de una forma humorística y muy graciosa.
jueves, 4 de septiembre de 2008
Son sólo palabras
¿Qué sería de nosotros sin esas palabras? Nos enseñan el buen camino a elegir, nos ayudan en los momentos duros de nuestra vida, palabras gracias a las que conocemos nuestro pasado y palabras que nos entretienen.
En alguna ocasión se ha podido escuchar y leer que estudiar el idioma materno no tiene sentido. ¿No tiene sentido enseñar a hablar correctamente a los que no pueden hacerlo? ¿No tiene sentido transmitir cultura, la cultura por la que tanto se ha luchado? ¿No tiene sentido conocer a fondo eso que nos hace ser únicos?
Son las palabras las que nos transportan a otras épocas y lugares cuando leemos un libro, vemos una película o escuchamos música. Es a través de las palabras como nos seducen los políticos, personas que tienen el futuro de mucha gente en sus manos. Es por las palabras por lo que ha habido millones de luchas a lo largo de la historia. Fe, religión, herejía, patria, nación, bandera, himno, libertad, raza.
Pero, claro, son sólo palabras.