lunes, 19 de diciembre de 2011

¿Dónde está la diferencia?

Algo que gusta mucho en cualquier ámbito de la vida, y la cultura no iba a ser menos, es ponerle nombre y etiqueta a todo. Cada película, cada libro, cualquier representación artística tiene que estar bien clasificada para que las mentes cuadriculadas queden contentas.

¿Qué diferencia hay entre «relato», «novela corta» y «novela»? ¿Qué diferencia hay entre «corto» y «película»? La respuesta más obvia es que la extensión, pero, ¿cuánto debe durar, cuántas páginas debe tener, una película o un libro, para dejar de considerarse corto, relato, para ser película, novela?

Encontramos que se considera «película» a Ben Hur, de tres horas y media, y a Un perro andaluz, de veinte minutos, o La cabina, de treinta y cinco, cuando hay cortos que duran prácticamente lo mismo. Algo parecido ocurre con los libros: los hay de cien páginas, de ciento cincuenta, considerados novelas al igual que La Regenta.

Otro ejemplo de esto son los géneros. Todo se quiere enmarcar dentro de un género, de otro modo parece que queda en un cajón de sastre al que nadie mira. Y así tenemos casos como La Celestina, que podemos encontrar en las colecciones como «novela» cuando realmente no se sabe con certeza qué es, siendo lo más parecido el teatro humanista.

No se puede negar la utilidad de adscribirlo todo a un grupo, según duración, según temática, según características o cualquier otro factor: sirve para hacernos una idea de qué nos vamos a encontrar y nos ayuda a estructurar nuestras ideas, es algo muy didáctico.

Sin embargo, hay una gran cantidad de ejemplos en los que es imposible extraer unas características para decir con certeza que pertenece a un grupo y no a otro. Incluso en grandes, como «poesía» y «prosa», hay veces en que la frontera es muy difusa.

Al final lo mejor es asomarse a la obra, apoyándonos en estos supuestos grupos para tener una ligera idea de qué nos vamos a encontrar, pero sin más prejuicios. Es mejor dejarse guiar por la recomendación o comentario, de un conocido o un sitio de la red, que únicamente por estos grupos. O, al menos, así es más interesante.

2 comentarios:

Jorge Andreu dijo...

Odio las etiquetas. Hace algún tiempo, cuando dije a una persona que acababa de empezar a escribir una novela, lo primero que me preguntó fue ¿de qué género? Pienso yo... ¿literatura de viajes? (ambientada en Viena), ¿novela de amor? (hay un romance entre dos personajes), ¿novela juvenil? (fiestas por un tubo entre jóvenes y la inocencia de unos niños que intentan ser mayores), ¿thriller? (hay cierta intriga). En fin... yo no soy quien vaya a escribir una obra que no pueda enmarcarse. ¡Y sin embargo, no puedo enmarcarla en ninguno de esos géneros! Sencillamente, es una novela, como muchas otras cuya etiqueta siempre quedará incompleta.

Dime, ¿en qué género colocarías Juegos de la edad tardía? Hay intriga, hay amor, hay humor... En fin. Etiquetas, etiquetas. Creo que es mejor leer y olvidarnos del qué para centrarnos en el cómo. ¿No crees?

Un abrazo

Jorge

gadi dijo...

Justamente eso. No se puede enmarcar todo en una etiqueta, y no es bueno tener la cabeza tan cuadriculada de modo que todo tenga que estar en un grupo. Gracias por tu comentario :)

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