miércoles, 28 de mayo de 2008

Vt flos in saeptis hortis

Bueno, mañana tengo un examen de latín y repasando las traducciones de los textos que hemos traducido en clase me he encontrado con esta maravilla de Catulo.

Os pongo en situación. Este fragmento corresponde a un epitalamio de Catulo, un conocidísimo autor latino del cual conservamos casi toda su obra, por suerte. Es su Carmen LXII. Para quien no lo sepa, un epitalamio es una canción de boda que se canta antes de la misma. Esta no es ninguna canción dedicada a ningún matrimonio, nos pone en el lugar de unos chicos y unas chicas que se van a casar. Las novias dicen lo horroroso para ellas del matrimonio, ya que quieren conservarse vírgenes y puras, y los chicos responden con casi lo mismo pero llevándolo a su terreno.

Este fragmento de la Carmen LXII pertenece a cuando las muchachas hablan. Próximamente publicaré la respuesta de los muchachos, también muy bella. Pongo el texto latino, y la traducción, obviamente. Como la que he encontrado por internet es muy empalagosa, pongo la que yo tengo.

Vt flos in saeptis secretus nascitur hortis,
ignotus pecori, nullo convolsus aratro,
quem mulcent aurae, firmat sol, educat imber;
multi illum pueri, multae optavere puellae:
idem cum tenui carptus defloruit ungui,
nulli illum pueri, nullae optavere puellae:
sic virgo, dum intacta manet, dum cara suis est;
cum castum amisit polluto corpore florem,
nec pueris iucunda manet, nec cara puellis.
Hymen o Hymenaee, Hymen ades o Hymenaee!
· · ·
Como una flor apartada que nace en un jardín vallado,
desconocida para el ganado, por ningún arado arrancada,
a la que acaricia el aire, da firmeza el sol y hace crecer la lluvia,
muchos muchachos y muchachas la desean:
esa misma flor, cuando es arrancada por una delicada uña y se marchitó,
no la deseó ningún muchacho ni muchacha:
así la novia, cuando permanece intacta, mientras es querida para los suyos;
cuando ha perdido la flor de su castidad,
no permanece agradable para los muchachos ni es querida por las muchachas
¡Himen, oh Himeneo! ¡Ven, Himen, oh Himeneo!

Espero que hayáis sabido apreciar la belleza de la metáfora. Sin lugar a dudas es preciosa.

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