Espero que os guste:
LAS CUATRO ROSAS
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La luna llena reinaba en aquel cielo negro adornado con un bordado de estrellas, de todos los tamaños, más o menos brillantes, pero todas conformando un dibujo del espacio que servía de guía a los marineros y de inspiración a los bohemios. Corría una suave brisa veraniega que refrescaba el cálido ambiente de todo el día. El silencio era el habitante que paseaba impunemente por las calles oscuras, iluminadas con la tenue luz de alguna farola antigua. En el número 3 de la Plaza de las Rosas todas las ventanas estaban en la más oscura penumbra menos una, la correspondiente a la habitación de David. Esa noche, David se había quedado hablando a través del Messenger con su amiga Sara a la que había conocido hacía unos meses al iniciar el nuevo curso escolar. David estaba sentado sobre su silla verde de escritorio, tenía los codos y antebrazos posados sobre los reposa-brazos de la silla y escribía sus pensamientos con total suavidad posando los dedos sobre el teclado intentando hacer el menor ruido posible para no despertar a sus padres. Llevaba puesta una camiseta sin mangas, debido al calor reinante, típico del mes de agosto, de color negro y un pantalón corto, hasta poco más arriba de la rodilla, de color celeste pálido. Miraba fijamente a la pantalla de su ordenador, allí estaba la imagen a través de la Web Cam de su amiga Sara que vestía una camiseta de tirantes roja con unas letras blancas en las que ponía “Soy Yo”.
La conversación una vez más era intensa, resultado de una amistad enorme que se había ido fraguando con los meses de convivencia. Siempre hablando de la vida de Sara, ya que ella hablaba y él escuchaba y aconsejaba. Pero esa noche a Sara le salió la periodista que llevaba dentro y fue directa al grano con una pregunta: “¿Quién es tu novia?”, tras este mensaje Sara procedió a aclarar: “Llevamos ya varios meses conociéndonos bien a fondo, y aún no sé quien es tu novia, y sé que tienes porque tienes cara de enamorado”.
Tras varios segundos de silencio en blanco, David se dispuso a contestar, tocaba las teclas con cierto temblor propio de un nerviosismo más que evidente, cada palabra que escribía estaba llena de más miedo que carga semántica. Al fin contestó: “No, no tengo novia, pero no te equivocas cuando dices que estoy enamorado, porque sí lo estoy” “¿De quién?”, respondió rápidamente Sara. De nuevo David tardaba en contestar, pero finalmente dijo: “De ti, hace ya unos meses que estoy enamorado de ti”. Ahora el silencio procedía de las manos de Sara que finalmente teclearon: “Jo… no sé que decir, me coge de sorpresa, yo creí que te gustaba Ana. De verdad, yo te quiero mucho, muchísimo, pero sólo como amigo, porque, ya sabes, mi novio es Manuel”. David contestó con el pulso firme y lágrimas en los ojos: “Lo sé, vive en el número 1 y cada día al levantarme y abrir la ventana veo su casa y recuerdo quien es él y quien soy yo. Hace unos meses que no me lavo la cara, me seco las lágrimas. Es muy duro que lo último y lo primero que vea de mi calle cada día, sea lo que más dolor me causa en el mundo”. Sara quedó en silencio durante unos minutos pensando en lo que su amigo le había dicho y finalmente escribió: “David, si te hago sufrir quizás lo mejor sea que dejemos de ser amigos”. “¡No!” respondió rápidamente David, “No digas eso, no lo hagas por favor, verás, nadie sabe esto, pero te voy a contar algo… Hace como cinco años me enamoré locamente de una chavala que conocí gracias a un amigo y ella parecía corresponderme, hasta que un día, sin venir a cuento me besó, yo creí que éramos novios, pero al día siguiente apareció en la plaza con su novia, llevaba un año con ella, mi beso sólo fue un juego para ella, a ella le gustaban las mujeres y aún sabiendo lo mucho que la quería siguió jugando conmigo como con un juguete que con el tiempo irá a parar a otras manos o a la basura. Decidí entonces romper toda relación con ella, y no tuve ni amor ni amistad, no quiero que eso me pase ahora, no quiero volver a sufrir la pérdida de una persona amada. A mí no me importa llorar por las mañanas o por las noches pensando en que estás en la casa de enfrente besándote con Manuel mientras yo me muero de angustia aquí, eso no me importa si al menos sé que cuento con tu amistad, porque eso bien merece una lágrima o mil cada día.” Sara le respondió: “Dios David, no sabía que lo habías pasado tan mal en la vida, de verdad, yo siento mucho que estés pasando por estos momentos tan difíciles, pero entiéndelo, tú eres sólo mi amigo y Manuel es mi novio y eso no va a cambiar nunca”. “Lo sé, lo sé, claro que lo sé, ¿Qué crees? Eso es lo último y lo primero que pienso cada día” respondió David. “Creo que es mejor dejar las cosas tal y como están siendo sólo amigos y esperando que el tiempo remiende tu corazón descosido” dijo Sara para terminar la conversación, “Bueno, me voy a acostar ya que mañana que quedado temprano con Manuel, adiós, un beso”. Sara cerró cesión y David quedó allí mirando el hueco que antes ocupaba la Web Cam y por el que había visto que su amiga se asombraba e incluso se entristecía al haberse declarado él. Durante dos minutos largos estuvo allí, mirando la pantalla. Poco a poco fue girando la cabeza hasta dar con sus ojos en la ventana a través de la cual vio una casa, el número 1 de la Plaza de las Rosas. Bajó la vista nublada de lágrimas hacia el suelo pensando en que su amor nunca tendrá respuesta del corazón de Sara, ya que ésta respondió hace algún tiempo.
Se secó las lágrimas con su camiseta, apagó el ordenador y se fue a la cama, donde empapó la almohada de sudor y lágrimas. Pensaba antes de dormir, como cada noche: “Mañana será otro día, mañana serán otras lágrimas, mañana desearé de nuevo matar a la primera rosa”.
Tras varios segundos de silencio en blanco, David se dispuso a contestar, tocaba las teclas con cierto temblor propio de un nerviosismo más que evidente, cada palabra que escribía estaba llena de más miedo que carga semántica. Al fin contestó: “No, no tengo novia, pero no te equivocas cuando dices que estoy enamorado, porque sí lo estoy” “¿De quién?”, respondió rápidamente Sara. De nuevo David tardaba en contestar, pero finalmente dijo: “De ti, hace ya unos meses que estoy enamorado de ti”. Ahora el silencio procedía de las manos de Sara que finalmente teclearon: “Jo… no sé que decir, me coge de sorpresa, yo creí que te gustaba Ana. De verdad, yo te quiero mucho, muchísimo, pero sólo como amigo, porque, ya sabes, mi novio es Manuel”. David contestó con el pulso firme y lágrimas en los ojos: “Lo sé, vive en el número 1 y cada día al levantarme y abrir la ventana veo su casa y recuerdo quien es él y quien soy yo. Hace unos meses que no me lavo la cara, me seco las lágrimas. Es muy duro que lo último y lo primero que vea de mi calle cada día, sea lo que más dolor me causa en el mundo”. Sara quedó en silencio durante unos minutos pensando en lo que su amigo le había dicho y finalmente escribió: “David, si te hago sufrir quizás lo mejor sea que dejemos de ser amigos”. “¡No!” respondió rápidamente David, “No digas eso, no lo hagas por favor, verás, nadie sabe esto, pero te voy a contar algo… Hace como cinco años me enamoré locamente de una chavala que conocí gracias a un amigo y ella parecía corresponderme, hasta que un día, sin venir a cuento me besó, yo creí que éramos novios, pero al día siguiente apareció en la plaza con su novia, llevaba un año con ella, mi beso sólo fue un juego para ella, a ella le gustaban las mujeres y aún sabiendo lo mucho que la quería siguió jugando conmigo como con un juguete que con el tiempo irá a parar a otras manos o a la basura. Decidí entonces romper toda relación con ella, y no tuve ni amor ni amistad, no quiero que eso me pase ahora, no quiero volver a sufrir la pérdida de una persona amada. A mí no me importa llorar por las mañanas o por las noches pensando en que estás en la casa de enfrente besándote con Manuel mientras yo me muero de angustia aquí, eso no me importa si al menos sé que cuento con tu amistad, porque eso bien merece una lágrima o mil cada día.” Sara le respondió: “Dios David, no sabía que lo habías pasado tan mal en la vida, de verdad, yo siento mucho que estés pasando por estos momentos tan difíciles, pero entiéndelo, tú eres sólo mi amigo y Manuel es mi novio y eso no va a cambiar nunca”. “Lo sé, lo sé, claro que lo sé, ¿Qué crees? Eso es lo último y lo primero que pienso cada día” respondió David. “Creo que es mejor dejar las cosas tal y como están siendo sólo amigos y esperando que el tiempo remiende tu corazón descosido” dijo Sara para terminar la conversación, “Bueno, me voy a acostar ya que mañana que quedado temprano con Manuel, adiós, un beso”. Sara cerró cesión y David quedó allí mirando el hueco que antes ocupaba la Web Cam y por el que había visto que su amiga se asombraba e incluso se entristecía al haberse declarado él. Durante dos minutos largos estuvo allí, mirando la pantalla. Poco a poco fue girando la cabeza hasta dar con sus ojos en la ventana a través de la cual vio una casa, el número 1 de la Plaza de las Rosas. Bajó la vista nublada de lágrimas hacia el suelo pensando en que su amor nunca tendrá respuesta del corazón de Sara, ya que ésta respondió hace algún tiempo.
Se secó las lágrimas con su camiseta, apagó el ordenador y se fue a la cama, donde empapó la almohada de sudor y lágrimas. Pensaba antes de dormir, como cada noche: “Mañana será otro día, mañana serán otras lágrimas, mañana desearé de nuevo matar a la primera rosa”.
por: el Pater
Mañana más.
2 comentarios:
Hombre, siñorr Gadi, muchas gracias por poner aquí esta historia que me he sacao de la manga, espero que a la gente le guste como ta gustao a tí, eso espero
Muy buena; aunque al final tuviste un par de fallos: "Bueno, me voy a acostar ya que mañana que [he] quedado temprano con Manuel, adiós, un beso". Y bueno Sara dice algo de remendar un corazón descosido que teniendo en cuenta el registro del resto de la conversación no cuadra mucho xD
Por lo demás, muy buena, voy a leer el siguiente capítulo. :P
PD. Me llamo David y tengo una amiga llamada Sara. xD
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