La religión (y II)

Aunque dicen que segundas partes nunca fueron buenas, el otro día estuve leyendo mi anterior opinión sobre la religión (de hace cerca de tres años ya) y me pareció oportuno hacer una actualización, aunque la conclusión siga siendo parecida.

Antes que nada, una aclaración. Tengo pendiente ponerme a investigar sobre otras religiones, por lo que prácticamente la única religión actual que conozco (y no todos sus entresijos, claro está) es la cristiana. Sé algo de los ideales de otras religiones, pero al no ponerme a investigar no sé si me sentiré identificado con éstos o no, pero dada la firmeza de mis creencias ahora mismo, creo que ya nunca podré volver a identificarme con alguna religión.

En la entrada que he enlazado hago algo que hoy en día intento no hacer. Y es mezclar conceptos. Mezclo mitología y asuntos de los bienes materiales con el asunto de la creencia para criticar una religión que, cuando escribí esa entrada, tenía en una estima muy baja, por lo que puedo leer. Más que una entrada para explicar mis creencias, es para criticar al cristianismo, cuando a día de hoy sé que, aunque hicieron muchas cosas de las que arrepentirse, no es la religión que hice ver a mis lectores. Ni la Edad Media es tan horrible.

Ya digo que mi conclusión es la misma. No creo en el Dios cristiano. No me sale pensar que una vez muertos vamos a encontrar una felicidad suprema, cuando es aquí en vida, en el suelo, donde tenemos nuestros amigos, nuestra familia, unos ideales de vida y un objetivo que seguir.. Yo personalmente no me imagino una felicidad sin esto.

Pero tampoco me sale afirmar rotundamente que detrás de la muerte no hay nada. Principalmente porque tampoco me sale pensar que los fenómenos paranormales sean una invención del hombre. Si hay algo después de la muerte, yo no lo sé, del mismo modo que tampoco sé que no haya nada.

Y básicamente este es mi razonamiento. No sé si hay algo una vez muerto. Tampoco sé si hay algo. Si no sé esto, no puedo pensar en que exista un dios. A esto hay que sumarle lo que ya he dicho: yo lo que quiero lo tengo aquí, ahora; no allí y para siempre, si existe ese “para siempre”.

No me importa si hay un dios o no. Prefiero preocuparme más en estar con mi familia y amigos, en seguir mi objetivo en la vida, en ser feliz, aquí. Si hay algo o no después de la muerte, que a mí me parece tan natural como la vida (dependiendo de las circunstancias de esta, este pensamiento variará de una forma u otra), no lo sé ni me interesa saberlo ahora mismo.

Si tengo que informarme sobre las religiones, me interesa conocer los pensamientos, los ideales que mueven a los miembros de dicha religión. Pero no me voy a cuestionar si existe el dios al que alaban, porque no me importa.

Y ya está. Espero de nuevo vuestras opiniones, como las expresaron mis lectores de entonces. Si queréis que profundice en alguno de los temas que he nombrado en esta entrada, decídmelo y lo haré encantado.

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