Mi andadura en el Mundo Linux

El Mundo Linux es un maravilloso mundo de libertad, donde todos comparten gustosos sus conocimientos y te ayudan a resolver tus problemas. Se vive muy tranquilo y es tal lo vasto de sus territorios que es muy difícil permanecer en el  lugar donde nos instalamos en primer lugar.

¿Quieres acompañarme por la historia de mi andadura por esta tierra fantántica al alcance de cualquiera?

El mapa del Mundo Linux

      Como todo nuevo habitante del Mundo Linux, pasé mis primeros días en el Desierto Noob, explorando las tierras de mi alrededor. Cuando ya me fui acostumbrando a las diferencias de este mundo con respecto al que acababa de abandonar, me instalé en una pequeña aldea en el Gran Imperio Comunista de Ubuntu, cerca de las colinas Gnome: la Aldea Guadalinesa.

Como de noche era muy arriesgado vivir allí (mi casa no duraba en pie mucho tiempo) y no me gustaba lo pesadas que eran las piedras de las Colinas Gnome, después de conocer a una minoría Xfcetia que pasaba por allí, pronto me mudé a Xubuntia, cuando aún el Estado Elementary no había tomado parte de su territorio.

Durante un tiempo me mudé a una aldea Xfcita dentro del Estao Mint, pero no duré mucho tiempo. Después volví al Imperio Ubuntu y volví a probar suerte en las Colinas Gnome, pero las costumbres Xfcitas habían arraigado en mí y no tardé mucho en volver a Xubuntia.

A causa de un derrumbamiento de mi casa tuve que volver a aquél mundo con ventanas que había abandonado. Después de una semana y dos días de estancia obligada allí, me pude escapar y volver al Mundo Linux para olvidar definitivamente el otro lado.

Cansado del Imperio Ubuntu y de que cada seis meses tuviera que redecorar mi casa, crucé el canal FOSS y me mudé a otra aldea Xfcita de la República Debian. Allí la vida es un poco más complicada, pero yo ya era lo suficientemente experimentado como para vivir sin mayores problemas. En esta época tomé contacto con los seres venidos del Mar Stallman y sus ideales de pureza.

En esta aldea incluso llegué a tener una segunda casa, más pequeña. La compré en el Califato de Xandros, pero pronto la trasladé a otra aldea del Imperio Ubuntu, para finalmente mandar traerla a la aldea debianita por parecerme el Califato demasiado parecido al mundo que ya había abandonado y por su pequeñez. Tampoco quise dejarla en el Impreio.

Y ahí me quedé mucho mucho tiempo, en la aldea Xfcita de la República Debian. Pero soy una persona inquieta. Estuve estudiando historia y descubrí la transformación que habían sufrido las gentes venidas del Mar KDE. Me acerqué a Pardustan y rápidamente me mudé allí, pero pronto me fui por su pequeñez. Sin embargo, las costumbres de las gentes KDEras me habían enamorado, y en mi adorada República Debian me dirigí a la zona reservada a las gentes del Mar KDE.

Sin embargo, las gentes del Mar KDE de la República Debian se habían quedado anticuadas, por las ideas de la República de no aceptar cambios hasta que estén lo suficientemente estudiados. Yo necesitaba algo más moderno, así que pensé en mudarme a la tierra de los compiladores (que no conspiradores) de Archland. Pero allí es todo demasiado complejo. Veía cómo los nuevos sólo llevaban las maderas de sus antiguas casas y allí edificaban una nueva (aunque era más fácil que en la Tierra Olvidada de Gentoo).

Yo sólo quería modernizar mi casa grande, puesto que la pequeña la iba a dejar, y la he dejado, en la aldea de la República Debian. Hasta que llegué a la Bahía Chakra, que me puso delante el término medio que estaba buscando entre simplificad, rapidez y modernidad. Allí me instalé y allí sigo, aunque tenga que volver a la casa pequeña en la República Debian por cuestiones de trabajo, en la Bahía Chakra tengo mi casa grande y es donde paso más tiempo.

Por supuesto, me gusta mucho viajar, y he estado de turismo en multitud de lugares, como la Repúblico Independiente de Fedora, las tierras altas de Jolicloudia (un territorio del Impreio Ubuntu), y muchos otros que no he registrado en mi bitácora.

Y de momento, aquí acaba mi andadura en el Mundo Linux, pero el camino sigue y tengo mucho más que explarar y descubrir. Aún hay muchas tierras de este lugar que no conozco, y no descarto encaminarme a cualquiera de ellas.

PS: Me he decidido a escribir esta épica historia por una página en el cuaderno de bitácora de Thalskarth

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