jueves, 22 de noviembre de 2007

Billetess solo de ida


No hay vuelta atrás. Cuando alguien se va, ya sea de forma cruel o no, no hay forma de hacerla volver, por mucho que nos duela.

Hoy hace un mes desde que Juan Antonio Cebrián falleció. Os preguntaréis, ¿quien era?, pues era un gran locutor de radio a cargo de uno de los programas que más me engancharon: la rosa de los vientos, un programa muy variado donde se hablaba de cine, de mitos, y de personajes de la historia, monográficos que tan magistralmente daba a conocer, que hacían que la historia fuera interesante.

Un gran profesional, y por lo que leo, una gran persona, a la que un infarto se llevó apenas a los 41 años. Los que lo escuchamos alguna vez en su programa, que este año cumplía su décimo aniversario, no podremos olvidarlo.

No soy de dar el pésame, así que desde aquí, mis ánimos a su mujer.

Una entrada corta, y tampoco nada del otro mundo, pero llevo queriendo escribir algo en su honor desde que ocurrió.

Firefox 3 Beta 1

Ante de ayer fue el día en el que (por fin) se publicó la primera Beta de lo que será Firefox 3.0, cargado de novedades muy interesantes... y a mi me faltó tiempo para probarlo, por supuesto. Aquí os traigo un pequeño análisis que tenía ganas de hacer, con las características y novedades más vistosas y que más me han llamado la atención.

Vamos a empezar por lo que no se ve por fuera.
Protección contra malware (a los linuxeros nos da igual esto), protección mejorada contra phishing, cambios para reducir mucho el consumo de RAM y de procesador (más visible en próximas betas), mejor gestión de contrasñeas, y marcadores mediante SQLite (base de datos).

Vamos ahora con lo que se puede apreciar en la interfaz:

Aquí está la aplicación nada más abrirse:



Ya se soportan los widgets de GTK en Linux, por fin, como debía haber sido desde el principio. Aquí lo vemos con los widgets del tema Aurora, arriba lo vimos con los de Clearlooks.



Podemos añadir un nuevo elemento a las barras de herramientas, que nos permite seleccionar el tamaó de los ya existentes, como la barra de direcciones o de búsqueda.



Es posible añadir marcadores pulsando en una estrella que nos aparece a la derecha de la barra de direcciones:


Se aprecia una mejoría a la hora de añadirlos. Si pulsamos en las flechas, nos saldrá una lista de las carpetas que tenemos y de las etiquetas que hallamos aplicado anteriormente.


Ventana de Marcadores más organizados y accesible:



Tenemos, por fin, Zoom completo. Ahora se amplían las imágenes y el texto a la vez. Aquí podéis ver un ejemplo con mi blog.



Hay un nuevo y mejorado gestor de descargas:


Con él podemos pausar y cancelar las descargas, buscar entre las realizadas, solicitar información del archivo y abrirlo. Funciona bastante bien, pudiendo retomar descargas interrumpidas. Que me vaya tan lento es otra cosa xD


Al pulsar sobre el Favicon de la barra de direcciones, es posible conocer de quien es propiedad:



Nueva y mejorada ventana de información de la página, mucho más accesible y completa:



Existe un nuevo ¿menú? en la barra de marcadores que nos da estadísticas sobre éstos:

Poco útil, al menos para mi... DATO: Se puede remover.

AÑADIDO: El historial tiene Favicons, realmente es util si distinguimos webs por éstos, como es mi caso, que entre historial y marcadores me fijo mas por el fav.

Pues así, grosso modo, es este Firefox 3 beta 1. Esperaremos que en siguientes betas nos muestren ya la interfaz para Linux definitiva (es medio Tango, y eso me gusta), y esas famosas mejoras para que gaste menos RAM.
Como es lógico, aún muchas extensiones no funcionan. En mi caso, ni Stylish, ni Greasemonkey. Ya lo arreglarán con la versión final.

Para descargarlo y probar, pasaos por aquí:
Descargar Firefox 3 beta 1.

Espero que os haya gustado la entrada.

Enlaces de internés:
Probando Firefox 3 beta 1 en Ubuntu Life.
Algunos apuntes sobre Firefox 3.0 beta 1 en Genbeta.
Firefox 3 en 120% Linux.

Aurora GTK engine

Hace unos días descubrí este engine para GTK (librería que usan Gnome y XFCE, por ejemplo), y he querido que los linuxeros que me leen lo conozcan.

Es muy estético, personalmente no he visto ningún GTK como este, me gusta mucho el estilo. El problema reside en que si tienes una tarjeta gráfica normalita, quizás te resulte lento. Pero por probarlo, que no quede.

Os voy a poner algunos enlaces para instalarlo y descargar algunos temas:

Paquetes RPM/Deb:
Aquí.
Paquete TAR para instalar desde las bases + 3 temas básicos:
Aquí.
Más temas:
Pon Aurora en Buscar.

Ese de ahi arriba es el que uso, Aurora-looks, basado en Clearlooks (gadi y clearlooks? anda ya)

Bueno, espero que os guste y que esta entrada os haya servido de algo.
Adeus!

sábado, 17 de noviembre de 2007

Todo de "Las cuatro rosas"

Todos los capítulos de Las cuatro rosas, de Manuel "el Pater":

Metal Gear Solid: Portable Ops

Metal Gear Solid: Portable Ops es un juego para la consola PSP, el cual empecé a jugar debido a la afición que llegué a coger en Metal Gear Solid 3, y este juego es una secuela del mismo. En él se nos vuelve a poner en la piel de Bigg Boss, Snake, que empezará la historia en prisión, retirado de FOX. Se entera de que ha pasado algo que está relacionado con él, a intentará limpiar su nombre. Para ello ayudará a escapar a otro soldado, y desde ahí empieza la verdadera trama.

El juego está muy bien. El apartado técnico, digno de PS2. Las secuencias son dibujos medio estáticos y medio animados, de una calidad considerable, los gráficos normales son en 3D y el sistema de juego es como un MGS normal, lejos de lo visto anteriormente en Acid, que, personalmente, no me gustó nada. Aunque faltan botones del mando de PS2, el manejo es espléndido.

Como novedad hay que resaltar que se pueden reclutar soldados, con los que podrás formar equipos de espías, de técnicos, de médicos, e incluso equipos de ataque con los que podrás ir avanzando. Ellos se esconderán en cajas, y se ofrece la posibilidad de acercar un cuerpo dormido o inconsciente a uno de ellos, que se lo llevará para reclutarlo.

En definitiva, un juego que mezcla un gran argumento, con el sistema clásico mas novedades que hace que el tiempo se te vaya rapidísimo. Lo mejor de camino a la facultad :D

¡Altamente recomendado por gadi!

viernes, 16 de noviembre de 2007

X

Dentro de poco, el mundo se va a acabar. Pero antes de ello va a producirse una gran lucha entre los Dragones del Cielo y los Dragones de la Tierra. Unos quieren salvar el mundo y otros quieren destruirlo para cambiarlo. En medio de todo esto está Kamui Shiro, el elegido, quien deberá elegir qué futuro sucederá uniéndose a uno de los dos bandos. Los contendientes de ambos grupos se reunirán en la ciudad de Tokyo. Él desea proteger a sus seres querido, pero lo que no sabe es que el futuro está predeterminado... ¿o no?

Los personajes tienen una personalidad muy humana, no son para nada planos. Este planteamiento nos hace reflexionar sobre muchos aspectos, si vemos el anime más allá de la historia. Esto es algo típico en las series de CLAMP: se nos plantea un argumento sencillo o no muy desarrollado para acabar en una reflexión elaborada.

A mi personalmente, el anime me parece que va decayendo con los capítulos. Empieza muy espectacular, pero va decayendo hasta un final que realmente me defraudó, por lo poco comprensible. No se me ocurre ninguna otra alternativa, pero este no me ha gustado. Aparte de que Kamui, el protagonista, va perdiendo carisma conforme pasan los capítulos.

Hay también una película con el mismo nombre. Es una versión muy simplificada y alternativa de la serie. Sólo hay escenas de acción (más crudas que en la serie), y el carácter de los personajes se ha simplificado hasta el mínimo. Para mí sólo destaca por el diseño de personajes, diferentes de la serie y mucho más artísticos.

De todos modos, a todos aquellos que les guste la ficción, y las series de CLAMP que tienen un sentido más allá de la historia, os la recomiendo. La serie para reflexionar un poco, y la película si queréis ver acción, aunque realmente la película es prescindible.

Las cuatro rosas, capítulo X

LAS CUATRO ROSAS

X


Pasaron 4 meses y Ana, recuperada de las lesiones que ella misma se produjo tuvo que comparecer ante el juez, que le dijo: “Señorita Márquez, cuente usted las razones que le llevaron a asesinar a Jesús García y a Juan Pérez”. “Si me permite, señoría, me gustaría contar una historia que aclarará dos casos” dijo Ana con la cabeza agachada sentada justo en frente del juez. “Proceda” dijo el Juez acomodándose en el sillón. Ana subió la mirada y dijo: “Hace unos 5 o 6 meses fui a casa de mi amiga Sara, y mientras ella se duchaba entré en la carpeta donde se le guardaban las conversaciones con las personas a través del Messenger. Miré una que eran las que había tenido con Jesús y allí vi como Jesús le declaraba su amor, le decía que la amaba, que si estaba conmigo era porque yo le daba pena. A mí como puede usted imaginar, señoría, los celos me comieron y estuve durante mucho tiempo pensando en qué podía hacer para vengarme de Jesús y de Sara, que me había ocultado algo que me incumbía a mí tanto. Tras pensar se me ocurrió algo, aproveché una tarde en la que no tenía clases de inglés y en la que Sara estaba de compras para entrar en el Messenger de Sara haciéndome pasar por ella y hablé con Jesús. Le dije que había estado pensando, que lo quería y que quería que estuvieran juntos. Pero a mí no me bastaba con eso, quería saber cuánto la quería y hasta donde era capaz de llegar por ella, así que le dije que la única manera de que ellos pudieran estar juntos era matando a Manuel. Y mi sorpresa fue que a la noche siguiente Manuel murió asesinado por su hermano. Estaba tan furiosa que en cuanto la encontré, cogí la ropa llena de sangre de Jesús y la entregué a la policía, quería que ese cabrón se pudriera en la cárcel por haberme engañado y querer ponerme los cuernos con otra, con mi amiga. Y así lo hice, lo entregué, nadie iba a sospechar de mí, piensen, ¿Qué persona iba a inculpar a otra persona siendo ella la culpable?, pues una que sabía que, en caso de que Jesús cantara, la mayor perjudicada iba a ser Sara. Y así fue, ella fue la que pagó. Con lo que yo no contaba era con que Jesús se escapara de su celda para ir a matarme, pero por suerte me adelanté y lo maté a él. No quería, pero yo no quiero ir a la cárcel así que tuve que liquidar al único testigo de mi asesinato, Don Juan, pobre hombre. Sara… pues Sara no es más que una tonta que se mató, no supo aguantar, mi castigo para ella era que sufriera dentro de la cárcel, pero el castigo que ella se ha dado, aún me gusta más. Y eso es todo señoría, sé que me pueden caer muchos años, pero qué más me da, no tengo antecedentes, estaré fuera en nada de tiempo, pero a esos cabrones les queda toda una vida de condena en el infierno.” El juez dictó sentencia: “Señora Márquez, queda usted condenada a 50 años de cárcel por los asesinatos de Jesús García, Juan Pérez y Manuel García.
Dos agentes se fueron hacia la joven y la prendieron, ella se resistía pero la llevaban forzosamente hacía la puerta. En el forcejeo que mantenía con los agentes consiguió quitarle la pistola a uno de ellos. La tomó, aun teniendo las manos esposadas y la subió hasta su pecho, al llegar a él dijo: “No iré a la cárcel, yo siempre gano” Ana apretó el gatillo y se disparó en el corazón cayendo muerta al suelo de la sala mientras la sangre fluía por la herida producida por la bala. Todos en la sala quedaron atónitos con la escena y el silencio se apoderó de los presentes.

David entró por la puerta del cementerio vestido con un abrigo negro y un gorro y se dispuso a buscar una lápida de entre las muchas que allí había. Se paró en frente de una en la que decía: “Aquí yace Ana Márquez, cuyos celos y odio han hecho que hoy esté aquí, descanse en paz”. David cogió cuatro rosas y las arrojó encima de la lápida diciendo: “Todos han vuelto a ser polvo, tú, como siempre, le llevas la contraria, toma, cuatro rosas, una por cada vida que mataste, ya que tú nunca has tenido”. Se dio la vuelta y se marchó de allí con lágrimas en los ojos y las manos en los bolsillos. Cuando David salió del cementerio, una ráfaga de viento recorrió el cementerio por todos sus rincones y por el aire volaba una rosa que se fue a posar en la lápida de Ana.

Fin

por: el Pater

Espero que os haya gustado :D

martes, 13 de noviembre de 2007

Las cuatro rosas, capítulo IX

LAS CUATRO ROSAS

IX


Nada más los policías salir de casa de Don Juan, meterse en el coche y salir de la Plaza de las Rosas, una persona oculta detrás de unos cubos de basura salió de su escondite y se dirigió hacia la plaza, allí estaba Ana, sentada en uno de los bancos. El escondido estaba viéndola de espaldas, ya que el banco miraba en la misma dirección que él lo hacía. Sacó un cuchillo de entre las ropas de una gabardina negra y se dirigió muy sigilosamente hacia Ana. Al llegar a ella le dijo: “Hola Ana, mira, tengo un regalito”, sacó para que pudiera verlo el cuchillo que aún tenía restos de sangre, de la sangre de Manuel. Ana se levantó rápidamente del banco, se dio la vuelta con cara asustada pero muy segura y serena mirando hacia la otra persona y le dijo: “Hola Jesús, yo también”. Dicho esto Ana sacó de su bolso un cuchillo, impoluto y rápidamente se lanzó hacia Jesús. Poco tiempo tuvo éste en reaccionar, porque cuando se quiso dar cuenta ya Ana estaba encima suya, forcejearon durante un momento hasta que finalmente se le cayó el cuchillo a Jesús. Ana, aprovechando que su novio no estaba armado, empuñó fuertemente su cuchillo y apuñalo tres veces a Jesús, una en el pecho, otra en el cuello y la otra en el abdomen. Jesús cayó al suelo, en el mismo lugar donde lo hizo su hermano, y lo hacía exactamente igual que él, muerto y derramando sangre que formaba un charco en el suelo como un colchón esperando a que Jesús durmiera en él.
Ana quedó mirando el cuerpo inerte de Jesús con una respiración muy acelerada. Miró de pronto hacia la ventana del número 2 y vio allí a Don Juan, contemplando la escena, al percatarse éste de que Ana le había visto, se desplazó hacía atrás buscando el teléfono. Ana vio como cogía el teléfono e interpretó que llamaba a la policía. No podía estar presa, no podían capturarla, tenía que impedir que Don Juan llamara a la policía así que salió corriendo, cuchillo en mano, hacia el número dos. La puerta estaba abierta, pues así había querido Don Juan que los policías la dejaran, así que Ana entró sin problemas. Subió dos pequeños escalones y entró en el salón, ahí estaba Don Juan, sentado en su silla de ruedas y gritando por teléfono: “Asesinato en la Plaza de las Rosas, Ana…”. La comunicación se cortó ya que Ana con el cuchillo había cortado el cable del teléfono. Don Juan quedó con el teléfono en la mano mirando fijamente a Ana, muerto de miedo, temblaba viendo la mirada enloquecida de aquella joven a la que tantas veces había visto a través de su ventana. “Qué me vas a hacer?” dijo Don Juan con la voz temblorosa. “Nada, sólo matarte, no puedo dejar que me cojan, no puedo, y si vives, me delatas” contestó Ana. Don Juan dijo: “Si tú quieres no te delataré, déjame vivir y vete y ya me inventaré alguna coartada, pero no me mates”. Ana lo miró a los ojos, se le acercó y le susurró al oído: “No puedo correr ese riesgo”. Dicho esto empuñó más fuertemente el arma y le dio una puñalada en el abdomen, se retiró y le propinó una en el cuello y la última y sentenciadora en el corazón. Don Juan quedó con la mirada ciega y la boca abierta caído hacia delante con toda la silla cubierta de sangre, al igual que toda la parte delantera de su cuerpo. Ana salió del número dos con toda la ropa cubierta de sangre y el cuchillo ensangrentado en la mano. Al salir, nada más poner un pie en la calle llegó un coche de policía. Paró en la plaza y salió de él Jorge y Javier, Javier dijo: “Alto ahí, Ana, quedas detenida por el asesinato de Jesús “. Ana miró al policía y dijo: “No, señor agente, se equivoca, también he matado a Don Juan, además no estoy detenida”. Nada más decir esto, Ana empuñó fuertemente el cuchillo y de un golpe se lo clavó en el vientre. Ana cayó al suelo envuelta en un gran manta de sangre, no sólo suya, sino de sus asesinados.

El agente que se encargaba del turno de vigilancia de los calabozos de la comisaría de policía hacía su trabajo paseando por el estrecho pasillo de entre celdas vigilando para que no se produjera ningún conflicto cuando se paró enfrente de una celda, la número 4, la ocupada por Sara. Quedó paralizado por lo que allí vio. La mayoría de los apresados, dormía en sus catres, pero en esa celda todo era diferente. Sobre la cama, con evidentes muestras de que alguien había estado acostada en ella había una carta. Al lado de la cama había una banqueta, que servía de silla a los reclusos tirada por los suelos. Y justo encima de esa banqueta había un cuerpo colgado de una tubería del techo, estaba colgando, agarrado del cuello con un cinturón azul. Era Sara, se había ahorcado con su cinturón en la soledad de su celda.

La ambulancia se llevó al hospital a Jesús, Don Juan y Ana y antes de irse, Javier recibió una llamada, cogió su teléfono móvil del bolsillo interno de su chaqueta, pulso un botón, y escuchó lo que le decían. Al oírlo, se puso pálido y dijo: “Joder”. Se metió en el coche y obligó a Jorge a hacerlo también rápidamente. Jorge le preguntó mientras se colocaba el cinturón de seguridad: “¿Qué pasa jefe?”. Javier miró a Jorge y le dijo: “Más muertos”.

Llegaron a la celda número cuatro una vez retirado el cadáver de Sara de allí, Javier cogió la carta que había encima de la cama y comenzó a leerla. Decía: “Señores agentes, han cometido un error, no sé de dónde habrá sacado Jesús que yo le incité a matar a Manuel, a mi Manuel, pero yo sólo sé que no hice tal cosa. No puedo vivir cargando con una losa que merece cargar otra persona, yo no puedo estar aquí siendo la culpable de que mandé matar a mi amor. Por eso mismo quiero estar en paz, y como los momentos de más paz los he vivido con él, he decidido ahorcarme para poder estar con él lo antes posible. Decidle a David que lo quiero mucho y que me perdone por todo, a mis padres que también los quiero y a mi mis amigos lo mismo. Nada más, adiós. Posdata: Encuentren al culpable. Adiós. Sara.”

por: el Pater

sábado, 10 de noviembre de 2007

Las cuatro rosas, capítulo VIII

LAS CUATRO ROSAS

VIII


Sonó el timbre de la puerta. Una voz avisadora se aproximaba con un ruido de ruedas de silla. Don Juan abrió la puerta y tras ella estaban Jorge y Javier, los policías. Don Juan quedó extrañado por la visita de los agentes y les dijo: “¿Otra vez están por aquí?, ¿No os dije todo lo que querían saber?”. “No, olvidó algo importante” respondió rápidamente Javier. Don Juan les invitó a pasar. Entraron a la sala y se sentaron cada uno en una silla de madera que estaban alrededor de una mesa redonda, Don Juan permanecía en la silla de ruedas. “Ustedes dirán” dijo Don Juan. Javier preguntó: “Usted aseguró que el asesino de Manuel era David, ¿no es así?”. “Sí, sí, estoy seguro” respondió Don Juan. “Pues si está usted tan seguro ¿Cómo es que su hermano ha confesado haber matado a su hermano?, ¿no sería más normal que usted lo hubiera visto a él que a David, ya que Jesús sí es el asesino?” dijo el policía. Don Juan quedó mirando hacia abajo sin decir ni una sola palabra. Finalmente el policía dijo: “Señor, usted no vio a David ¿verdad?”. “No” respondió Don Juan aún con la cabeza baja. “Y entonces, ¿Por qué dijo que era él quien lo había matado?” preguntó Javier. Don Juan tragó saliva y contó: “Hace dieciocho años iba yo con mi coche cuando por en medio de la calle se cruzó un niño de tan sólo dos años, para no atropellarlo, di un volantazo y mi coche fue a dar contra un árbol quedando siniestro total. Ese niño al ver aquello señalaba al coche y reía. Ese niño era David. El accidente fue tan grave que quedé gravemente herido, perdiendo la sensibilidad y la movilidad de cintura para abajo” Don Juan levantó la cabeza “¿y aún cree usted que no tengo motivos para querer acabar con él?”. Javier le respondió: “Sí, aún lo creo”. “¿Pero es que no ve lo que David me ha hecho? Ese accidente fue por su culpa, por su culpa me he llevado casi diecisiete años sin salir de casa, por su culpa me he perdido tener descendencia, por su culpa he sido un muerto en vida, sin más mundo que el de mi casa y el que veía a través de mi ventana.”. “Una historia conmovedora sí señor, pero como usted mismo ha dicho fue un accidente y si usted hubiera dado el volantazo para otro lado o hubiera ido atento a lo que tenía que ir no hubiera pasado” dijo Javier. “Márchense de mi casa por favor, déjenme solo, si tienen que detenerme o lo que sea ahora no, quiero estar solo aunque mañana vengan y me encierren, así cambiaría de mundo, total, llevo toda la vida sin vivir por culpa de David, que no vivir un poco más tampoco me va a matar, ahora largaos”. Javier y Jorge se levantaron y cuando llegaron a la puerta Javier se volvió y dijo: “David no tuvo la culpa, usted no ha vivido porque no ha querido, no culpe a alguien de que le ha quitado algo que usted se ha negado a sí mismo”. Se dio la vuelta hacia la puerta y Don Juan le dijo: “Deje la puerta encajada, la asistenta está al llegar”. Javier y Jorge salieron de la casa dejando la puerta abierta. Don Juan quitó el seguro de su silla y se dirigió hacia la ventana mirando la calle.

Sola con un agente de la policía detrás suya, despeinada, llorando y temblorosa estaba Sara en el despacho de Javier dispuesta para su interrogatorio. Llegaron Javier y Jorge y se sentaron cada uno en su lugar. Javier miró a Sara y le dijo: “¿Cómo estás?”. Sara, con la mirada perdida le dijo: “¿Cómo quieres que esté habiéndome acusado de algo que no he hecho?”. Javier se acomodó en la silla y dijo: “Sara, Jesús a confesado ser el autor del crimen, pero dice que lo hico porque tú se lo dijiste”. Sara se asombró y dijo: “¿Cómo? ¿Qué yo le dije que matara a Manuel?”. “Eso dijo. Dijo que él está enamorado de ti y que tú también de él y que con Manuel no podréis estar juntos, así que le pediste que lo matara” dijo el policía. “Pero es absurdo, como voy a querer yo a Jesús, yo amo a Manuel, Jesús es sólo mi cuñado, no es más, aunque ahora sí, ahora es el asesino”. “Sara, hasta un juicio tendrás que permanecer aquí en los calabozos, sobre ti pesa una acusación demasiado grave para dejarte en libertad” dijo Javier. “¿Cómo? ¿Qué me encierran? no pueden, soy inocente, yo no hice nada, yo estaba hablando por Messenger con David cuando pasó todo, no fui yo, todo es un invento de Jesús.” dijo gritando y llorando Sara. Javier dio órdenes para que se la llevaran a los calabozos.
Por el pasillo mientras se la llevaban, ella gritaba aún y lloraba repitiendo una y otra vez: “¡No es justo, yo no fui, soy inocente!”.
Jorge preguntó a Javier: “Jefe, se le ve muy afectada, ¿usted cree que Jesús se ha inventado todo?”. Javier respondió: “Yo ya no sé que creer, a mí este caso me está dando dolor de cabeza, anda, vámonos a tomarnos una tila para calmar los nervios, o mejor dicho, un camión de tila”. Ambos policías se dirigieron a la puerta y salieron del despacho.

por: el Pater

Imeem, no más GoEar

Imagino que en estos momentos de la Red 2.0, pocos son los que no conocen GoEar.com, un conocido servidor de internet para alojar tus canciones. Para nuestra desgracia, este servidor tiene múltiples caídas, y da problemas demasiado a menudo para usarlo de forma frecuente. Por eso, buscando, encontramos Imeem.com, una comunidad donde puedes subir tanto archivos de audio, vídeo e imagen, pero que sobre todo, para lo que más lo uso, es para el audio.

Permite crear listas de reproducción, subir archivos, y todo aquello a lo que estamos acostumbrados a estas alturas en la web 2.0, pero resaltando sobre todo en la velocidad con la que sube los archivos, y la estabilidad del servidor.

Lo recomiendo encarecidamente a todos los que subís vuestras canciones a internet, sobre todo si queréis algo estable...

Me gusta mucho que a la hora de reproducir en el reproductor embedido o como sea, se carga antes un trozo y luego reproduce, y la posibilidad de escuchar en una ventana nueva.

Fuente: El blog del cuervo.

PD: Eso pasa a GoEar por usar Windows en un servidor, jejeje.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Las cuatro rosas, capítulo VII

Bueno, 5 personas lo pidieron, frente a 2 que no, o sea que aquí está:

LAS CUATRO ROSAS

VII


Sobre un escuálido catre pegado a la pared iluminado por los primeros rayos del sol que entraban a través de las rejas de la ventana estaba acostado David, con su uniforme de presidiario y despierto muy despierto, pues no podía conciliar el sueño debido a lo que le estaba pasando. Pensaba que ahora Sara lo odiaría porque estaba acusado de asesinar a su novio. Llevaba sin dormir desde que llegó a la cárcel, quizás era la pena de Sara o quizás los remordimientos porque él quiso matar a Manuel, sólo que él sólo pensaba, nunca pensó en matarlo de verdad.
Se abrió la puerta, era un agente de policía que le dijo: “Chaval, eres libre, vete”. David se sentó en el catre sorprendido y le preguntó al policía: “Pero, ¿Cómo es eso? ¿Han encontrado al asesino?”. Sí, chaval, sí, cámbiate de ropa y lárgate de aquí” le dijo el policía haciendo gestos con las manos para que se diera prisa. “Pero, ¿Quién es?” insistió David mientras se vestía con la ropa de paisano. “Mira chaval, no te lo puedo decir, yo sólo soy un mandao, no sé nada más” contestó el policía. “Vale, vale” dijo David mientras se terminaba de vestir y salía de la celda.

“Pero, ¿Cómo que por amor?” dijo el policía que no podía creer lo que estaba escuchando “¿Estás enamorado de su novia o qué?”. “Sí” respondió subiendo la cabeza y mirando al policía. “Pero, ¿tanto amor sientes por Sara que has sido capaz de matar a tu propio hermano?” insistió el policía. “Sí” respondió escueta pero contundentemente Jesús. “Pero Sara está destrozada, ¿Para qué quieres hacerle daño si a ti no te querrá nunca?” insistió el policía. “Sí, sí que me quiere a mí, ella me lo ha dicho de hecho…” Jesús bajó la cabeza y se calló. El policía le preguntó: “¿De hecho qué?”. “No diré nada” dijo Jesús. El policía se enfadó y le gritó a Jesús: “Mira, Jesús, estás siendo interrogado por la policía, más vale que colabores chaval o acabarás aún peor”. Jesús finalmente tras un rato pensativo dijo: “Sara me dijo que ella también me amaba, pero que Manuel era lo que nos impedía estar juntos, que sólo con su muerte podríamos ser felices los dos, y que por favor acabara con él”. “¿Cuándo ocurrió eso?” preguntó el policía acomodándose en la silla. “La otra noche, la anterior al asesinato” respondió Jesús. “Pero, ¿dónde te lo dijo Sara” preguntó el policía. “Fue a través del Messenger” respondió Jesús. “Ah” dijo el policía “una pregunta, ¿Y Ana?”. Jesús respondió: “¿Ana? a Ana la dejaría en cualquier momento, sólo estoy con ella por pena, al principio estaba enamorado pero ya no, es insoportable, claro que ahora como la pille me la cargo, chivarse de tu novio ¡Qué vergüenza!”. “Estás amenazando a Ana en presencia de la policía, esto te puede costar aún más años de cárcel. En cuanto a lo de Sara, no creo que estés mintiendo, si mintieras no te hubieras declarado culpable” dijo el policía. “No miento, Sara me dijo que lo matara y yo me siento un traidor, pero ahora que me han cogido a mí, a ella también la cogen”.

Por la mañana temprano, Sara salía de su casa camino del trabajo intentando recuperar su vida normal cuando llegaron a la puerta de su casa los dos policías, el comisario Javier García y el agente Jorge Muñoz. Sara al verlos les dijo: “Hola agentes, ¿Traéis novedades?”. Javier la agarro del brazo y colocándole las esposas le dijo: “Sí señora, quedas detenida por el asesinato de Manuel García” Sara quedó pálida y se desmayó siendo sujetada por los dos policías.

por: el Pater

jueves, 1 de noviembre de 2007

Re-recortando.

Debido al comentario de Lord Kanchi y a mi aburrimiento en esta noche de miércoles de Halloween, he vuelto a recortar a los dos Yitanes de la otra entrada, y además, he recortado a Kuja.
También hice un gadiface halloweenesco.

Aquí están todos: